El resultado electoral de Taiwán este sábado puede ser relevante, preocupante para algunos, pero no peligroso. A pesar de toda la crispación política, del envío de globos espías, de las maniobras militares amenazantes y de la desinformación que llevan meses calentando la campaña, ni a Pekín ni a Taipéi ni a Washington, las partes con más intereses en juego, les interesa un conflicto. Lo más probable es que todo siga como está.
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