La economía asiática enfrenta una creciente presión debido al aumento de aranceles y tensiones comerciales, especialmente entre Estados Unidos y China. Esta situación ha generado una desaceleración en la actividad manufacturera y ha afectado las cadenas de suministro globales, impactando negativamente en el crecimiento económico de la región.
En mayo de 2025, el Índice de Directores de Compras (PMI) Manufacturero Caixin de China bajó a 48.3, desde 50.4 en abril, situándose bajo el nivel 50 que separa el crecimiento de la contracción. Esta cifra indica la primera caída en la producción industrial en tres meses, sugiriendo una desaceleración económica en la nación asiática.
El informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha ajustado a la baja su previsión de crecimiento mundial para el año 2025, llevándola al 2.9% desde el 3.1% inicial. Esta modificación se debe principalmente a la incertidumbre originada por las políticas arancelarias de la administración de Estados Unidos, que probablemente limitarán el comercio y la inversión.
Las disputas comerciales se han extendido a las cadenas de suministro globales, convirtiéndose en terrenos de batalla económicos estratégicos. China ha acusado a Estados Unidos de violar acuerdos comerciales al imponer nuevos controles a la exportación de chips y bloquear la venta de software de diseño electrónico. Además, Beijing ha advertido que sus controles de exportación de tierras raras están creando riesgos de escasez para la industria automotriz global.
Estas tensiones no solo afectan a China. En Japón, el Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo un 0.2% intertrimestral entre enero y marzo de 2025, lastrado por una caída de las exportaciones y el consumo. Malasia también ha reconocido que los aranceles impuestos por Estados Unidos están afectando su economía, obligando al país a replantear su estrategia económica.
La situación se ha vuelto más complicada debido a las recientes declaraciones del mandatario de Estados Unidos, quien ha sostenido que China no ha respetado en absoluto el pacto comercial establecido entre los dos países. Este pacto contemplaba que Estados Unidos reduciría los aranceles sobre los productos chinos y, a su vez, China disminuiría los impuestos sobre los bienes estadounidenses. No obstante, las acusaciones de no cumplimiento han aumentado las tensiones comerciales.
En respuesta a estas tensiones, China ha implementado una estrategia proactiva que incluye la expansión de su política de exención de visas para fortalecer lazos económicos y turísticos con la ASEAN y América Latina, y la búsqueda de alianzas con Europa en cadenas de suministro de semiconductores para mitigar las sanciones de EE. UU.
La situación actual revela una fractura en la unidad de la economía global, la cual se ha forjado durante muchos años. Las políticas proteccionistas y los conflictos comerciales están dañando gravemente esta unidad, lo que podría traducirse en un aumento de los costos para las empresas y los consumidores en todo el mundo. La OCDE indica que el incremento de las tensiones comerciales podría intensificar la reducción del crecimiento y causar cambios significativos en las cadenas de suministro globales.