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Relación entre la guerra en Gaza y la estabilidad de Oriente Medio

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La disputa que tiene lugar en la Franja de Gaza entre el Estado de Israel y el grupo palestino Hamás ha atraído la atención mundial, generando cada vez más inquietudes sobre su impacto en la estabilidad del Medio Oriente. Este conflicto, aunque se desarrolla en un área de solo 365 kilómetros cuadrados, tiene consecuencias que se expanden por toda la región, forjando alianzas, aumentando tensiones y cuestionando la seguridad de varios países vecinos.

Desde la creación del Estado de Israel en 1948, la cuestión palestina se ha convertido en un eje central de la dinámica política y militar de Oriente Medio. La Franja de Gaza, gobernada por Hamás desde 2007 tras un breve pero violento conflicto interno con Al Fatah, se ha consolidado como símbolo de resistencia para muchos actores regionales, y simultáneamente, como foco de inestabilidad para otros.

Impacto inmediato: seguridad y desplazamientos

La confrontación actual en Gaza ha producido efectos humanitarios devastadores, causando un gran número de víctimas civiles y desplazamientos masivos. El bloqueo en las fronteras de Egipto en Rafah y las limitaciones establecidas por Israel han empeorado las condiciones humanitarias, complicando el acceso de asistencia vital y aumentando la tensión social. Esta situación, además de su impacto humano, ha aumentado la presión sobre los países vecinos, particularmente Egipto, que teme la posibilidad de una afluencia de refugiados palestinos y un resurgimiento de la tensión islamista en su propio terreno.

En el plano de la seguridad regional, el conflicto ha disparado la alerta militar en países como Líbano, Siria y Jordania. Hezbolá, el influyente grupo chií libanés, ha aumentado su retórica y actividad militar en la frontera norte de Israel, generando el temor de una expansión bélica que podría activar tanto a milicias aliadas como a actores estatales.

Reajuste de asociaciones y conflictos regionales

La situación en Gaza ha llevado a varios gobiernos árabes a reconsiderar sus posturas y alianzas. Naciones como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, que recientemente habían progresado en la normalización de lazos con Israel gracias a los Acuerdos de Abraham, han sentido la presión de sus ciudadanos y voces influyentes para criticar la acción militar israelí.

Este cambio en la percepción pública y en las relaciones diplomáticas ha detenido múltiples iniciativas de diálogo, poniendo en riesgo la frágil estructura de paz regional establecida en años recientes. A la vez, Irán y Turquía han utilizado el conflicto para fortalecer su papel como partidarios de la causa palestina, ampliando su poder político y brindando respaldo evidente, ya sea en forma de suministros, recursos financieros o asistencia logística, a facciones y movimientos extremistas.

Geopolítica e implicaciones internacionales

El conflicto en Gaza no solo extrema las tensiones entre actores regionales, sino que sitúa a las grandes potencias internacionales en una posición delicada. Estados Unidos, tradicional aliado de Israel y garante de su seguridad, se ha visto obligado a equilibrar su apoyo a Tel Aviv con llamados al respeto del derecho internacional humanitario, temiendo un deterioro de sus relaciones con socios árabes estratégicos.

Rusia y China, por otro lado, han aprovechado la coyuntura para criticar la “inacción occidental” y posicionarse como defensores de una solución multilateral y diplomática, lo que se traduce en una mayor fragmentación del consenso internacional. Esta rivalidad refuerza la percepción de Oriente Medio como un tablero donde se juega una partida mucho más amplia que el conflicto local.

Impacto en la economía y los mercados energéticos

El Medio Oriente sigue siendo un suministrador esencial de petróleo y gas a nivel global. Incidentes de violencia, como el conflicto en Gaza, aumentan la inestabilidad de los precios de la energía, especialmente si las hostilidades se expanden hacia otras áreas productoras, como el sur del Líbano o el Golfo Pérsico.

La duda respecto a la persistencia del abastecimiento, junto con los incidentes de agresiones a las instalaciones de petróleo, genera impresiones negativas en los mercados internacionales y afecta las tácticas económicas de aquellos países que dependen de la energía fósil. Aunado a esto, el ambiente de inestabilidad dificulta la inversión extranjera y el turismo, que son pilares esenciales para muchas economías locales.

Sociedad civil, discursos y radicalización

El impacto sociopolítico de la guerra en Gaza trasciende las fronteras. La cobertura mediática y la viralidad en redes sociales potencian la polarización en las sociedades de la región, alimentando sentimientos de agravio, inseguridad y frustración. En ciertos contextos, esto ha servido de caldo de cultivo para la radicalización y el alistamiento en grupos extremistas, proceso ya observado tras anteriores escaladas de violencia como la Guerra del Líbano en 2006.

A su vez, la persistente falta de una solución política viable refuerza la desconfianza de las generaciones jóvenes hacia sus líderes y hacia las instituciones internacionales, abriendo espacio para movimientos sociales alternativos y protestas populares que han desestabilizado gobiernos en el pasado reciente, como se evidenció durante la Primavera Árabe.

El futuro de la región

La guerra en Gaza, lejos de ser un fenómeno aislado, representa un nodo crítico en la compleja red de factores que determinan la estabilidad de Oriente Medio. Su desarrollo y consecuencias evidencian cómo la persistencia de conflictos no resueltos puede erosionar la confianza entre actores locales y elevar el riesgo de enfrentamientos más amplios. El mantenimiento de una paz duradera dependerá, en buena medida, de la capacidad de la comunidad internacional y de los propios líderes regionales para priorizar el diálogo y la inclusión frente a la lógica de la confrontación y la exclusión.

Por Eduardo Antonio Gutierrez

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